Madrid, España
Los desórdenes informativos (desinformación, fake news, hechos alternativos, posverdad, deepfakes, etc.) son producciones intencionales cuya estrategia consiste en la fabricación de la duda y falsas controversias con el fin de conseguir beneficios económicos o ideológicos. Los desórdenes informativos están interrelacionados entre sí y dependen, de forma necesaria, de las tecnologías post Internet, lo que ha modificado la naturaleza misma de la comunicación interpersonal colectiva. Los desórdenes desinformativos tienen su origen y bases en distintas causas que han facilitado su desarrollo, alcance e impacto actual sin precedentes: a) la guerra contra la ciencia desde el ámbito corporativo, b) la crisis de los medios de comunicación nacionales y locales post Internet, c) el desarrollo de plataformas tecnológicas que han socializado la capacidad de publicar y distribuir contenidos a bajo coste, d) la crisis de los expertos con su consecuente crisis epistémica, e) los avances en psicología, para explotar las bases psicológicas de los desórdenes informativos, a través de diferentes sesgos cognitivos, y e) un cambio significativo en la forma de entender y ejercer el poder en el siglo XXI, como la capacidad de establecer las relaciones de definición (Beck, 2017) de la realidad misma. Los desórdenes informativos suponen una voluntad de autoridad sobre la realidad, en la práctica, una voluntad de supremacía ideológica, y un riesgo para las democracias liberales.
Information disorders (misinformation, fakes news, alternative facts, post-truth, deepfakes, etc.) are intentional productions whose strategy is focused on the fabrication of doubt and false controversies in order to achieve economic or ideological benefits. Information disorders are all interrelated and depend, in a necessary way, on post-Internet technologies which have modified the very nature of collective interpersonal communication. Information disorders have their origin and basis in different causes that have facilitated their development, scope and unprecedented current impact as: a) the war on science from the corporate sphere, b) the crisis of the post Internet national and local media, c) the development of technological platforms that have socialized the ability to publish and distribute content at low cost, d) the crisis of the experts with a consequent epistemic crisis, e) advances in psychology, that exploit the psychological bases of informative disorders through cognitive biases, and f) a significant change in the way of understanding and exercising power in the 21st century, such as the ability to establish the relations of definition of reality itself (Beck, 2017). This supposes a true will of authority on the reality and, in the practice, a will of ideological supremacy and a serious risk for the liberal democracies.