"La izquierda debe retomar con valentía la cuestión del tiempo de trabajo", proclamaba en el periódico Libération el pasado 30 de octubre el socialista francés Pierre Larrouturou, partidario de una semana laboral de cuatro días. Pero la lucha por duración legal del tiempo de trabajo, ¿anula la cuestión de la problemática relación que mantienen con el tiempo las sociedades occidentales contemporáneas?