Mayoritariamente la doctrina y jurisprudencia penal acuden a una interpretación material del concepto de administrador de hecho, sobre la base del ejercicio efectivo y real de las funciones atribuidas al administrador y sin necesidad de que exista un nombramiento habilitante. A pesar de la equiparación del administrador designado formalmente y del administrador fáctico a efectos penales, se presentarían en la praxis societaria algunos supuestos dudosos, de cuya calificación como administrador de hecho o de derecho dependerá el que pueda atribuírseles responsabilidad penal por la comisión de determinados delitos especiales. En este trabajo se analizan dos de estos casos: el representante de la persona jurídica administradora y el administrador oculto, tomando en esta última hipótesis el ejemplo de los grupos de sociedades.
Mainly, criminal legal practice and theory defend a material interpretation of the concept of de facto administrator on the basis of an effective and real exercise of his functions, without need of a qualifying appointment. Despite the matching of the administrator formally appointed and de facto administrator under criminal law, in the corporate practice there are some doubtful situations, on whose qualification as an administrator of fact or Law may depend the attribution of criminal liability for the commision of certain special offences. In this paper two of these cases will be analyzed: the representative of the administrator-legal person, and the hidden administrator, taking into account in the latter case the example of the groups of undertakings.