Francia es uno de los países líderes en Europa en materia de participación financiera de los trabajadores en la empresa. Cuenta con un sistema consolidado y arraigado en la sociedad que tradicionalmente ha estado focalizado en la distribución de los resultados empresariales.Es el único país de la Unión Europea que obliga por ley a las empresas de más de cincuenta empleados) a distribuir beneficios entre los trabajadores. Para ello su ordenamiento contempla diversas fórmulas institucionalizadas (Interessement, Participation y Épargne salariale) acompañadas de incentivos de carácter fiscal y de Seguridad Social, tanto para los empresarios como para los trabajadores. No obstante, en la actualidad, se están realizando notables esfuerzos por ampliar ese enfoque y dar un mayor impulso al accionariado asalariado (actionnariat salarié) que ha tenido escasa implantación. Si bien sus orígenes se remontan a principios del siglo XX, los dispositivos de distribución de los beneficios empresariales, que en principio fueron concebidos para apoyar esa práctica, han tenido un desarrollo mucho mayor e incluso han incidido en su configuración actual. El objeto de estudio de este trabajo consiste, precisamente, en analizar y compartir algunas reflexiones sobre la experiencia francesa en materia de participación, poniendo de relieve sus potencialidades y los retos a los que se enfrenta en estos tiempos.