Alicante, España
La profesión de abogado es una de las profesiones socialmente peor consideradas. Sin embargo, los ciudadanos en general, cuando precisan de los servicios de uno de ellos, asumen que el principio que ha de regir su desempeño ha de ser el de lealtad al cliente, considerando al Derecho un instrumento para hacer valer sus intereses. El «abogado-villano» pasa a ser entonces aplaudido cuando se desempeña ante los tribunales como «nuestro complice». Esta concepción acrítica del rol del abogado es igualmente asumida por los propios profesionales juristas. En este trabajo, tras hacer un recorrido reflexivo sobre la praxis jurídica a partir de las contribuciones que Manuel Atienza ha hecho vindicando el papel del Derecho (del paradigma constitucional) para la transformación social, se problematiza la convención sobre el rol del abogado, se reformula el ideal y, a partir de todo ello, se extrae como corolario el modelo de enseñanza profesional del Derecho que se exige para sentar institucionalmente las bases de un ejercicio de la profesión que reinyecte a la práxis jurídica la orientación y vigor que necesita para corregir las dinámicas estructurales discriminatorias que se apartan de los ideales de no opresión y de no dominación del constitucionalismo.
Lawyers are socially poorly considered among other professionals. However, citizens in general, when requiring their services, expect them to work under the principle of loyalty to client’s interests. Law is just the instrument for these purposes. Thus, the former Lawyer-villain all of a sudden happens to be praised as «our accomplice» before the court. This non-critical conception of the role of the Lawyer is also assumed by the legal profession in general. In this paper, firstly, an iusphilosophical elaboration on the legal praxis is undertaken; for this purpose, we draw from Manuel Atienza’s vindication on the role of Law (under the constitutional paradigm) for social transformation. Secondly, we question the convention on the Lawyer’s role and we project a new ideal for this legal profession. Thirdly, as a corollary it is introduced the model of professional Legal Education required to institutionally sit the bases for the sound exercise of the Legal profession; one boosting the legal praxis in the orientation and with the vigor required to correct structural discriminatory dynamics falling far from the ideals of non-oppression and non-domination proper to constitutionalism.