Philippe Descamps
Groenlandia, esa enorme isla de hielo tan prominente en el mapa, despierta la imaginación. Codiciada por permitir el control estratégico del Ártico, alimenta las fantasías de un El Dorado minero o de apocalipsis climático. En el camino hacia su emancipación política, el pueblo inuit busca recursos que le permitan preservar un Estado social fuerte con el que responder a las dificultades de su geografía.