Groenlandia, esa enorme isla de hielo tan prominente en el mapa, despierta la imaginación. Codiciada por permitir el control estratégico del Ártico, alimenta las fantasías de un El Dorado minero o de apocalipsis climático. En el camino hacia su emancipación política, el pueblo inuit busca recursos que le permitan preservar un Estado social fuerte con el que responder a las dificultades de su geografía.