Si entendemos el bien de la educación exclusivamente en términos de intenciones y agendas, existe el riesgo de que la educación en sí misma (la cual trata en primer lugar del trabajo que realizan día a día los profesores en las escuelas, colegios y universidades), se entienda y sea abordada en términos instrumentales, es decir, como la vía por la que se deben lograr intenciones y ambiciones particulares. El problema aquí no es solo que, incluso con una comprensión amplia de para qué se supone que es la educación, la discusión pueda volver rápidamente a cuestiones técnicas sobre eficacia y eficiencia. El problema también reside en que en ese enfoque sigue siendo difícil articular la ¿integridad¿ de la educación en sí misma, lo que, a su vez, dificulta que la educación se resista cuando se le pide que haga cosas que irían en contra de su propia integridad. En este artículo exploro la cuestión de si la integridad de la educación tal vez tenga que ver con la forma específica de enseñar más que con los objetivos y propósitos que enmarcan las actividades educativas. El artículo consiste en una reconstrucción detallada del trabajo del educador alemán Klaus Prange, quien ha planteado la idea de que el carácter distintivo de la educación radica en su modo de funcionamiento, donde sugiere que la forma más central es la de señalar. Sostengo, con Prange, que centrarnos en la forma de la educación hace posible un modo diferente de resistir los intentos de socavar la orientación pública y democrática de la educación.
If we understand the good of education exclusively in terms of intentions and agendas, there remains a risk that education itself ¿ which is first of all about the work done day in day out by teachers in schools, colleges, and universities ¿ is entirely understood and approached in instrumental terms, that is, as the way in which particular intentions and ambitions are to be achieved. The problem here is not just that even with a broad understanding of what education is supposed to be for, the discussion can quickly move back to technical questions about effectiveness and efficiency. The problem is also that in such an approach it remains difficult to articulate the `integrity¿ of education itself which, in turn, makes it difficult for education to resist when it is being asked to do things that would go against its integrity. In this paper I explore the question whether the integrity of education may perhaps have to do with the specific form of education rather than with the aims and purposes that frame educational activities. The paper consists of a detailed reconstruction of the work of the German educational Klaus Prange who has put forward the idea that the distinctiveness of education lies in its mode of operation, where he suggests that the most central form is that of pointing. I argue, with Prange, that a focus on the form of education allows for a different way to resist attempts to undermine the public and democratic orientation of education.