Según el autor del ensayo (Iranzo, 2013), el rasgo más excepcional y definitorio que caracteriza a la naturaleza humana es su capacidad simbólica. Esa capacidad se ha desarrollado evolutivamente. Su base biológica es una sociabilidad compleja que ha favorecido el aumento de un cerebro con gran capacidad de análisis e integración multifuncional. Su base social son unos comportamientos colectivos normalizados, pero potencialmente muy abiertos y flexibles, los rituales de interacción, en los que a determinados objetos, principalmente palabras, se les adscribe colectivamente un significado y se les confiere una carga emocional de modo que adquieren condición simbólica y, al mismo tiempo, se convierten en elementos catalizadores de la identidad, la solidaridad y el ordenamiento moral y de poder del grupo que los instituye. La especie humana es inherentemente simbólica: crea, posee y transforma de manera colectiva y distribuida sus universos simbólicos y esta esfera semántica posee una dinámica autónoma. Nuestra crítica se concentra en tres aspectos fundamentales. En primer lugar, discutimos ciertos tópicos biológicos-bibliográficos; en segundo lugar, defendemos, en contra de esta visión sociologista de los rituales de interacción, su carácter de fenómenos inseparablemente biopsicosociales y, finalmente, cuestionamos de manera radical la supuesta autonomía de la cultura simbólica y su independencia de cualesquiera determinaciones de orden biopsicológico.
According to the author of the essay (Iranzo, 2013), the most exceptional, defining and characteristic feature of the human nature is its symbolic capacity. This skill is an evolutionary development whose biological basis is a complex sociality that has fostered a big brain with enhanced capacities for multifunctional analysis and integration. Its social basis are chains of standardized, but potentially very open and flexible collective behaviors, the interaction rituals, where certain objects, mostly words, are collectively invested with meaning and an emotional charge, so that they become symbols and, by that very same process, become catalyzing elements of their instituting group identity, solidarity and moral and power order.
Human species is inherently symbolic: collectively creates and transforms its collective universes and the dynamics of the semantic realm is autonomous. Our criticism focuses on three major themes. First, we discuss certain biological �bibliographical topics; second, we argue, against this sociologist view of interaction rituals, in favour of its indivisible biopsycho- social nature and, finally, we criticize, in a radical way, the so-called autonomy of the symbolic culture and its independence of any biopsychological determinations.