Por medio de la restauración de la autoridad y las finanzas de Rusia, el presidente Vladímir Putin ha sabido ganarse la confianza de la población a pesar de sus derivas autocráticas. Sin embargo, la cuestión de la calefacción urbana pone de manifiesto que la renovación de la capacidad de inversión pública no se aprovecha del todo para mejorar los servicios básicos. La tentación de liquidar los bienes públicos en manos privadas sigue siendo fuerte. Parece que la eficacia energética puede esperar.