Las investigaciones muestran que una proporción altamente significativa de jóvenes inmigrantes y de minorías, en condiciones socioeconómicas desfavorecidas, se escolarizan en centros poco motivadores para el éxito académico, en escuelas de bajo prestigio, en barrios escasamente favorecedores de la cohesión social y diferentes de las que selecciona la mayoría de clase media y alta. Frente a esta segregación interescolar no hay muchos trabajos que abordan la segregación interna que se puede producir en las propias escuelas y que supone para algunos grupos de estudiantes tener acceso a experiencias, expectativas y relaciones limitadas.
Este artículo analiza el impacto de la estructura y la cultura escolar en la experiencia de estos jóvenes de familias de origen inmigrante. Se sitúan en una posición central del análisis las posibilidades que tienen los jóvenes de familias de origen marroquí de construir trayectorias convencionales o de éxito en la escuela secundaria en Cataluña. Los resultados que se presentan proceden de una etnografía escolar y comunitaria centrada en 31 chicos y 18 chicas de edades comprendidas entre los 12 y 16 años, estudiantes de un instituto y en sus familias.
El estudio se llevó a cabo en un área de clase trabajadora de la periferia de Barcelona, dentro de un proyecto de investigación más amplio sobre familias inmigrantes y condiciones de integración social y escolar de sus hijos.
En la línea de Stanton Salazar (2004) y Carter (2005), este artículo presta atención a la existencia de espacios de aprendizaje y de socialización diferenciados dentro de la escuela y a cómo se distribuye el capital social. Además, aporta datos empíricos sobre la importancia que tiene esta estratificación escolar interna en la experiencia escolar de los jóvenes de origen marroquí, en sus resultados académicos, en su sociabilidad y en sus identidades.