Malí, durante mucho tiempo modelo de democracia africana, se hunde en la inestabilidad política mientras la rebelión en el Norte, dominada por grupos islamistas radicales, divide el país en dos. Desde el golpe de Estado del pasado 22 de marzo, el presidente de transición, Dioncounda Traoré, trata de conciliar a partidarios y oponentes del putsch. Esta crisis pone de manifiesto antiguas fracturas.