Este artículo analiza los principales impactos sociales y ambientales generados por el crecimiento de la agroexportación no tradicional de hortalizas congeladas y frescas en la región mexicana conocida como El Bajío, desde principios de los ochenta. El trabajo concluye que este proceso modernizador liderado por empresas transnacionales ha contribuido a la adopción de nuevos cultivos y nuevas tecnologías que han inducido incrementos de la productividad, nuevas pautas organizativas entre las que destacan los contratos de producción, incrementos de la demanda de trabajo asalariado principalmente femenino y vinculación con exigentes mercados internacionales. Sin embargo, esta expansión hacia afuera no ha logrado una mejora en la distribución del ingreso en favor de los pequeños productores agrarios y de los asalariados; tampoco ha conseguido revalorar el trabajo femenino, que sigue siendo precario y considerado no calificado y, finalmente, arroja un saldo negativo en cuanto a la protección del medio ambiente.