En el año 2000, y tras el éxito cosechado con el largometraje «American Beauty», el guionista y productor Alan Ball creó la serie A dos metros bajo tierra («Six feet under») para la cadena de televisión por cable HBO. Los premios, los reconocimientos y las excelentes críticas, así como la aceptación del público, tanto nacional como internacional, han otorgado al producto un sello de calidad generalmente admitido.
Pero, ¿por qué es «A dos metros bajo tierra» una serie de calidad? ¿Qué entendemos por tal? ¿Cuáles son las cualidades básicas que explican su encomiable consideración en el panorama televisivo mundial? Nuestra comunicación pretende dar respuesta a estas y otras cuestiones a partir del análisis narrativo del capítulo piloto. Dicho capítulo, en primer lugar, da la bienvenida a los espectadores potenciales de la serie y los introduce en sus señas de identidad más características. Pero, complementariamente, fija los rasgos distintivos de un discurso serializado que tiene la vocación de prolongarse en el tiempo. Ese primer capítulo, por lo tanto, es prototípico de la personalidad expresiva del producto y fija el mapa genético que guiará su desarrollo ante la vigilante mirada del público.
Por todos esos motivos, nos parece interesante reflexionar sobre los aspectos más sobresalientes establecidos en la primera entrega de «A dos metros bajo tierra». Concretamente, proponemos un análisis centrado en la construcción del tono dramático de la serie, en la presentación de los personajes, en el establecimiento de posibles franquicias� o singularidades exclusivas� , en la delimitación de las estructuras del relato y en la introducción de las tramas que serán desarrolladas a partir de ese momento de arranque y que �por eso son conocidas en algunos sectores como tramas horizontales� servirán para la articulación del esqueleto narrativo de la temporada de marras e incluso de las futuribles. De igual modo, nos detendremos en los aspectos relacionados con el ámbito temático del discurso propuesto.
Intentaremos, en definitiva, desentrañar las razones que justifican que «A dos metros bajo tierra», con su matizada mezcla de humor negro y de drama, de costumbrismo crítico y fantasía, de cotidaneidad y extrañeza, sea tenida por una diáfana muestra de televisión de calidad.
Following the success of the film American Beauty, in 2000, the script writer and producer Alan Ball created the series Six feet under for HBO, the cable television channel. The awards, recognition and excellent reviews, as well as the national and international public response, have confered the series with a seal of unanimous approval.
But, why is Six feet under a quality series? What do we mean by that? What are the basic features that explains such a great welcome throughout the world? Our purpose is to address these and other questions through the narrative analysis of the pilot program. First of all, the program welcomes its potential audience and introduces them to its most characteristic features. But, at the same time, it sets the distinctive traits of a serialized discourse with long-lasting prospects. As such, that first program is the prototype of the product's expressive personality and creates the genetic map that will guide its development before the public's watchful eye.
For all those reasons, we feel we should reflect on the more outstanding narrative aspects of Six feet under's first program. In particular, we are proposing an analysis centered around the building of the dramatic tenor of the series, in the introduction of the characters, in the establishment of exclusive singularities, in the parameters of the story structure and in the introduction of the plot being developed continuously from the start and that will help to put together the narrative framework for the present season and even future ones � that's why they are known in some circles as horizontal plots -. Likewise, we will dwell on those aspects related with the subject matter at hand.
We shall definitely try to untangle the reasons why Six feet under is considered as a clear show of quality television, with a blend of black humour and drama, of custom and fantasy, of the common and the strange.