Este artículo analiza un modelo de generaciones solapadas donde el capital físico y el capital humano son factores de producción que se pueden acumular privándose del consumo actual de recursos. El capital humano es el producto de un sistema escolar que puede financiarse de forma privada, mediante impuestos o a través de una combinación de ambos métodos. En un equilibrio político con mayoría de voto, la financiación pública de la educación se presenta como un instrumento para evitar el "problema del polizón". Al aumentar la cualificación de los trabajadores del siguiente periodo, incrementa la tasa esperada de rendimiento sobre el capital; este efecto no se puede conseguir sólo a través de un sistema escolar privado. Las escuelas públicas se convierten en un instrumento de redistribución de la renta entre generaciones y por esta razón se pueden preferir a las escuelas privadas. El trabajo se centra en formas funcionales concretas que permiten una solución cerrada en el equilibrio dinámico, pero se pueden reproducir todos los resultados importantes para cualquier forma general de funciones de producción y de utilidad.