Los estándares profesionales de la enseñanza tienen dos caras: abarcan valores profesionales y medidas de la práctica.Articulan lo que se valora de la enseñanza y el aprendizaje y lo que los profesores deberían saber y ser capaces de hacer para que esos valores se manifiesten en su práctica.Al igual que las medidas, los estándares son herramientas para emitir criterios sobre la práctica en un contexto de significados y valores compartidos. Se debe señalar la diferencia entre los estándares, desarrollados normalmente por empresarios, con fines de responsabilidad gestora y los estándares «de la profesión».Aquellos suelen tener objetivos dirigidos a garantizar el cumplimiento de reglamentos por parte del profesor, más que el de valores y principios profesionales. Los estándares de la profesión, es decir, los estándares que son desarrollados desde y «pertenecen» a la profesión, son de mucha más profundidad y complejidad. Sus objetivos son: proporcionar una infraestructura para el aprendizaje profesional de los profesores y proporcionar una base para la responsabilidad profesional de forma que los profesores, bien porque se les solicite, o bien voluntariamente, proporcionen a sus colegas información sobre su práctica. Este tipo de responsabilidad profesional hace posible que la propia profesión proporcione garantías fiables de calidad de la enseñanza a los empleadores y al público. Estos dos propósitos se logran cuando un sistema de certificación y aprendizaje profesional, orientado por estándares eficaces, se hace operativo bajo el auspicio de un organismo profesional adecuadamente constituido. Los profesores que han obtenido la certificación de alto desempeño, como los profesores con certificación de la Junta Nacional en Estados Unidos y los Profesores de Aula de Nivel 3 en Australia Occidental, consideran que haber participado en los procesos de certificación ha sido el desarrollo profesional más importante que han experimentado. El verdadero «éxito» de cualquier sistema de certificación y aprendizaje profesional basado en estándares, dependerá del respeto con el que cuente entre la comunidad educativa. Esto dependerá, en última instancia, de la calidad observada en los profesores que tienen la certificación. A su vez, esto dependerá de la calidad de los propios procesos de certificación, lo cual exige un sistema basado en estándares de la profesión que reflejen realmente la profundidad y complejidad de la enseñanza.Y, tal vez lo más importante de todo, requiere que los estándares sean empleados eficazmente como «medidas» en procesos de evaluación justos, válidos, rigurosos y consistentes. En un mercado cada vez más «abierto» para los profesores, con una mayor movilidad de estos que en cualquier momento anterior, la certificación proporciona un recurso «transferible» muy valioso tanto para profesores como para empleadores. Los sistemas escolares y los directores que quieran mejorar la calidad de la enseñanza y el aprendizaje de sus alumnos, y «añadir un valor» a sus centros, acogen con satisfacción las garantías de calidad que puede proporcionar la certificación. La experiencia de Estados Unidos muestra que los centros y los distritos escolares están deseando acoger a profesores con certificación de la Junta Nacional, y están preparados para ofrecerles recompensas considerables. Los profesores con certificación se asemejan a los profesionales de otros campos que tienen acceso a recompensas intrínsecas y extrínsecas a la carrera, sobre la base de una excelencia demostrada.
Professional teaching standards have two faces; they embrace professional values and measures of practice. They articulate what is valued about teaching and learning and what teachers should know and be able to do to make those values manifest in their practice. As measures, standards are tools for making judgements about performance in a context of shared meanings and values. A distinction needs to be drawn between standards developed,usually by employers,for purposes of managerial accountability and «profession wide» standards.The purposes of the former tend to be more closely related to ensuring teacher compliance with aspects of policy than commitment to professional values and principles. Profession-wide standards, that is standards that are developed and «owned» by the profession are of much greater depth and complexity.Their purposes are to provide an infrastructure for teachers¿ professional learning and to provide a basis for professional accountability, so that teachers may be called, or may volunteer, to provide an account of their practice to their peers.This kind of professional accountability enables the profession itself to provide reliable guarantees of teaching quality to employers and the public. Both of these purposes are met when an effective standards guided professional learning and certification system becomes operational under the auspices of an appropriately constituted professional body.Teachers who have gained certification as accomplished teachers, e.g. National Board certified teachers in the USA, and Level 3 Classroom teachers in Western Australia, report that undertaking the certification processes is the most powerful professional development they have experienced.The ultimate «success» of any standards based professional learning and certification system will depend on the respect it commands in the education community. Ultimately this will depend on the perceived quality of those teachers who hold certification. This, in turn, will depend on the quality of the certification processes themselves. It calls for a system based on profession-wide standards that truly reflect the depth and complexity of teaching. Perhaps most importantly of all, it requires that the standards be used effectively as «measures» in evaluation processes that are fair, valid, rigorous and consistent. In an increasingly «open» market for teachers, and higher teacher mobility than ever before, certification provides a «portable» credential that is of great value to both teachers and employers. School systems and principals who want to improve the quality of teaching and learning for their students and «add value» to their schools welcome the guarantees of quality that certification can provide.Experience in the USA shows that schools and districts are anxious to attract and retain National Board certified teachers, and are prepared to offer them substantial rewards. Certified teachers are akin to professionals in other fields who can access intrinsic and extrinsic career rewards based on demonstrated excellence.