El sistema educativo tiene por misión formar a los lectores de una sociedad de la información en la que la aptitud para tratar la información escrita se convierte en una condición de integración social y ejercicio de la ciudadanía. ¿Debe la institución escolar permitir también a cada uno acceder a los placeres de la lectura? ¿Es capaz? Las críticas de las que el sistema educativo ha sido objeto y también la masificación que existe en él, le han llevado a evolucionar cuestionando las creencias y antiguas prácticas. El resultado ha sido una revisión de los objetivos, la experimentación de nuevos trámites y nuevas concepciones del placer de leer. La tradicional oposición entre aprendizajes culturales y aprendizajes escolares podría así ser superada.