La lectura bien hecha, la lectura honesta, no es la que se ejercita en solipsismo, sino aquélla que requiere contar con compañía del otro, con la realidad circundante y con uno mismo. Este panorama tridimensional confirma la dimensión más amplia del hombre: su carácter universal. Esta reflexión se sitúa en el contexto de la sociedad española que reconoce la importancia de la lectura, y que cuenta no sólo con el gran impulso creativo de nuestros escritores, sino también con la fortaleza empresarial del sector editorial de España, la cuarta potencia editorial de mundo tras los Estados Unidos, Inglaterra y Alemania. Sin embargo, en nuestro país, el índice de lectura es todavía bajo, y es necesario que se produzcan importantes desarrollos cualitativos: necesitamos más bibliotecas con una mejor dotación de libros y otros soportes culturales.