El presente artículo intenta dar cuenta de la relación existente entre los principales cambios que viven nuestras sociedades contemporáneas y las prácticas cotidianas de los trabajadores sociales. Se trata de mostrar la manera cómo los profesionales del trabajo social reaccionan frente a una sociedad y a un modelo económico que, en lo personal y profesional, los seduce a consumir y a participar de las modernizaciones, pero al mismo tiempo, los confronta a una realidad dual que excluye a una parte importante de la población. Dicha población está conformada por sus beneficiarios o clientes quienes deben trabajar a diario intentando desarrollar prácticas participativas, relaciones de autoayuda, en la búsqueda de que los pobres sean sujetos de su propio desarrollo, en un contexto mundial de mutación cultural.