La contratación pública regula los «sombreros públicos», creyendo que de esa manera controla los «cerebros humanos». El presente artículo es la continuación de «la neurociencia y el neuromarketing en la contratación pública: Superando el "neocórtex" y pasando al cerebro límbico» y mantiene la inquietud sobre qué tan cierto es que un ser humano cuando compra en representación del sector público y/o usa recursos públicos, actúa con un «cerebro distinto» al que tiene cuando actúa en la esfera privada, pues esa persona fisiológicamente tiene un solo cerebro con tres capas: la reptiliana, la límbica y la racional o «neocortexiana»; y que las decisiones de compra se adoptan en las dos primeras capas, quedando la final para racionalizar la decisión previamente adoptada. ¿Por qué tendría eso que cambiar cuando la persona que actúa en representación del «Estado comprador» sigue siendo un ser humano con las 3 capas cerebrales?