Los escándalos financieros están a la orden del día. Existen auditores sin escrúpulos que falsifican las cuentas para proteger a unos clientes que carecen igualmente de escrúpulos. Sin embargo, no todos los errores se hacen de forma deliberada, sino que la naturaleza frecuentemente subjetiva del auditor hace que se puedan cometer distorsiones involuntarias.