"Ya no se hacen películas como las de antes", máxima que el progenitor gusta de escupir sin contemplaciones cada vez que nos sentamos a su vera para pasar un rato presuntamente agradable visionando algún filme de producción reciente. Un comentario que odiamos durante nuestra juventud y que, desgraciadamente, al entrar en la edad adulta, nos descubrimos repitiéndolo cual mantra.