En este artículo se explora la intromisión del poder en la vida de las poblaciones migrantes en México durante el primer año de la pandemia de COVID-19. Partiendo de las teorías de la biopolítica, de un análisis documental sobre el estado de Nuevo León y de entrevistas con actores centrales de la sociedad civil, se evidencian mecanismos de control que patologizan a los migrantes. Alejado de los discursos oficialistas, el ejercicio del poder se caracteriza por dos dinámicas de desechabilidad: un enfoque casi exclusivo en la represión y una política de la omisión que los deja sin atención sanitaria. Implementados deliberadamente o como una práctica irreflexiva de las autoridades por un supuesto riesgo sanitario, estos dispositivos biopolíticos responden en realidad a las necesidades del sistema económico hegemónico, frente a las cuales los sujetos desarrollan estrategias de resistencia en un intento por emanciparse de las formas de opresión que los acechan.