Madrid, España
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La crisis energética europea ha transformado las relaciones transatlánticas al incrementar sustancialmente las importaciones europeas de gas y petróleo estadounidense y desarrollar la cooperación en materia de sanciones a Rusia.
Estados Unidos se ha convertido en garante de la seguridad energética europea, sustituyendo a Rusia como suministrador de gas y petróleo y evitando el desabastecimiento de ambos mercados europeos. La cooperación en materia de sanciones se explica por la actitud constructiva de la Administración Biden, en contraste con el unilateralismo de su predecesor, permitiendo una respuesta transatlántica coordinada y progresiva. Pese a la existencia de fricciones en torno a la política industrial y climática desarrollada a ambos lados del Atlántico, el nuevo papel de suministrador clave de gas y petróleo adquirido por Estados Unidos y la cooperación sobre sanciones han permitido reducir las tensiones surgidas inicialmente en torno al Inflation Reduction Act (IRA), y en menor medida, el Carbon Border Adjustment Mechanism (CBAM). El artículo analiza en qué medida el nuevo patrón de interdependencia energética transatlántico y la cooperación en las sanciones a Rusia reconfiguran la relación transatlántica y si refuerzan la autonomía estratégica europea. Se concluye que la refuerzan, pero que intensifican la tradicional asimetría de la relación y aumentan la exposición de la UE a una política exterior estadounidense menos proclive a la cooperación y/o más sesgada hacia un modelo energético introvertido.
The European energy crisis has transformed the transatlantic relationship by substantially increasing European imports of US oil and gas and developing cooperation on sanctions against Russia. The US has become a key contributor to European energy security, replacing Russia as a supplier of oil and gas and preventing shortages in the European market. Cooperation on sanctions is explained by the constructive attitude of the Biden administration, in contrast to the unilateralism of its predecessor, allowing for a coordinated and gradual transatlantic response. Despite frictions over industrial and climate policy on both sides of the Atlantic, the new role of the US as a key oil and gas supplier and cooperation on sanctions has reduced tensions that initially arose over the Inflation Reduction Act (IRA) and, to a lesser extent, the Carbon Border Adjustment Mechanism (CBAM). This article analyzes the extent to which the new pattern of transatlantic energy interdependence and cooperation on sanctions against Russia reshapes the transatlantic relationship and whether it reinforces European strategic autonomy or prolongs a pattern of asymmetric interdependence. The conclusion is that it reinforces it but maintains the traditional asymmetry of the relationship and increases the EU's exposure to a US administration that is less inclined to cooperate and/or more prone to an inward-looking energy model.