La Comunidad de Estados Independientes, la organización que los presidentes de Belarús, Rusia y Ukraina constituyeron el 8 de diciembre de 1991, ha estado sometida desde su nacimiento a las tensiones producidas entre aquellos estados que la consideraban el instrumento para un "divorcio civilizado" y los que esperaban hacer de ella una herramienta útil para la reintegración del espacio postsoviético.