Existe cierto consenso acerca del bajo nivel de eficacia de la ayuda. La explicación de este fenómeno pretende encontrarse, en unos casos, en el mal comportamiento de los receptores y, en otros, en el inconsistente compromiso de los donantes. En el presente trabajo el autor trata de argumentar que la causa de semejante resultado radica en la propia lógica del sistema y en el tipo de relaciones que promueve. No hay un agente responsable del fracaso de la ayuda, sino un sistema que genera incentivos inadecuados. Para ilustrar esta afirmación central del artículo se enumera un decálogo de aspectos que explican los problemas citados y que representan otros tantos desafíos para el sistema de ayuda. El autor ahoga, como factor de cambio, por promover una mejora sustancial de la "calidad> en la relación entre donantes y receptores.