Desde hace más de treinta años en los Estados Unidos y más de diez en Québec (y en Canadá), el movimiento asociativo ha experimentado en el ámbito urbano una importante renovación de su papel en la economía y en la sociedad a partir de lo que se ha acordado en llamar, en esta parte del Atlántico, el desarrollo económico comunitario (DEC). Las iniciativas de los residentes de los barrios pobres han creado organismos de coordinación, de concertación y de solidaridad que estimulan la reactivación y actúan como plataforma de una actividad estructurante a nivel económico y social en los “neighborhoods” (barrios). La intervención de las Community Development Corporations (CDC) en los Estados Unidos y de las corporaciones de desarrollo económico comunitario (CDEC) en Québec y en Canadá son ejemplos claros de esta tendencia. La mayoría de las veces, las iniciativas de desarrollo local reciben su impulso de “organizaciones comunitarias” (asociaciones de barrio) que buscan conciliar objetivos económicos y sociales simultáneamente. Este artículo pretende analizar de qué modo la experiencia canadiense (y particularmente la de Québec) favorece la emergencia de una nueva economía social (NES) basada en este enfoque. El presente texto también llama la atención de los profesionales de lo “social” sobre los desafíos que representan la recomposición del tejido social y la reactivación de las economías locales de barrios desfavorecidos.