Miguel Angel Unanua Garmendia
Desde Simone de Beauvoir, las ocurrencias para montar un argumento persuasivo que remueva conciencias y procure adhesiones viscerales han ido en aumento sin que varíen en lo esencial sus fundamentos, que no son estrictamente lingüísticos, sino doctrinales. Contra las evidencias gramaticales, las convicciones inducidas por ese medio han ido calando hasta tratar de normalizar usos absolutamente excéntricos que amenazan la normal comunicación lingüística.
La comparación de lenguas gramaticalmente tan dispares como la española y la vasca demuestra la escasa consistencias de sus presupuestos, que atentan fundamentalmente contra la propia gramática.