Arnaud Dubien
La guerra en Ucrania ha supuesto una ruptura duradera de las relaciones entre Rusia y Europa y ha acelerado la profundización de la asociación estratégica entre China y Rusia. En París, Bruselas o Londres hay quien se consuela del fracaso de las sanciones económicas imaginando que Rusia pagará su agresión con una creciente dependencia de Pekín. En Moscú, sin embargo, el temor al vasallaje no se manifiesta.