Múltiples factores globales (pandemia, guerra en Ucrania, escasez de materias primas, crisis energética, sequía…) han conducido a unos incrementos de costes sin precedentes en todos los eslabones de la cadena de gran consumo, principalmente por la subida de los precios de los carburantes, la energía y las materias primas e insumos. Ello ha provocado una inflación récord que afecta negativamente al consumidor, señalándose desde determinados ámbitos políticos populistas al sector de la distribución comercial de gran consumo como causante de la subida de los precios finales, y acusándolo de aprovechar la situación para incrementar sus márgenes. Los estudios realizados en base a fuentes oficiales, tanto desde el ámbito privado como público, encargados incluso por el propio Gobierno de España, corroboran que el comercio de gran consumo no solo no ha ampliado márgenes e incrementado precios injustificadamente, sino que ha servido como dique de contención ante la inflación para evitar una subida de precios mayor, debido en gran medida a la gran competencia, pluralidad de enseñas y formatos, competitividad y menor concentración existente en el sector.