La negociación colectiva y la lucha contra la discriminación laboral tienen propósitos de carácter democrático e igualitario que se refuerzan mutuamente. Cabe preguntarse hasta qué punto satisfacen las expectativas que despiertan, pues los trabajadores de la economía regular son casi los únicos que disfrutan del derecho a la negociación colectiva. Carecen de esta posibilidad la mayoría de los trabajadores del mundo, sobre todo los situados en la economía informal de los países en desarrollo, y una parte desmesurada de los hombres y mujeres pertenecientes a los colectivos que han sufrido tradicionalmente la discriminación. Las autoras destacan que la negociación colectiva no deja de distanciarse de la labor de fomento de la igualdad; así, la privación en la práctica del derecho a negociar pone en peligro el reconocimiento efectivo del otro principio. Con el fin de resolver este problema, exploran las medidas reguladoras que puede adoptar el Estado y las maneras de fomentar la igualdad en el ámbito de la negociación colectiva.