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Según Tomás de Aquino, la ley es una regla o medida que mueve a obrar y permite juzgar una conducta. La ley humana expresa, en consecuencia, una considera-ción general de un orden racional que, en virtud de una moción de la autoridad, debe ser asumido como juicio de la propia conducta por parte del ciudadano, tal como, en el acto virtuoso, las potencias inferiores participan del orden racional enunciado por el juicio de la prudencia. Esta identidad electiva, fundada en la participación del orden propio del precepto jurídico en el imperium prudencial, permite explicar en qué sentido la ley es principio de la conducta, cómo se relaciona con la coactividad y cómo se justifica su obligatoriedad incluso cuando el gobierno es imperfecto.
