La gestión en los años 90 ha de ser ética y creativa, basada en el respeto a las personas y con un gran alarde de imaginación para encontrar perspectivas que integren distintas ópticas e intereses. La puesta en práctica es factible haciendo énfasis en la acción, pero siempre dirigida a objetivos compartidos. Y no es posible quedarse al margen porque lo que no mejora empeora