Brasil es un país continente, sin duda la gran economía de Iberoamérica y el que lidera sus principales iniciativas de integración regional. Su economía de renta media sigue integrando en su seno grandes diferencias sociales y de desarrollo que aspira a reducir pero no consigue eliminar. Más allá de los cambios en su Gobierno, de las nuevas prioridades sectoriales y de la orientación coyuntural que adopte su política económica, su economía viene mostrando hace décadas una falta de productividad que le impide mejorar de forma sostenida el nivel de vida del conjunto de la población. Para cambiar esta situación viene planteando reformas que aspiran a modernizar sus políticas públicas, incentivar la inversión privada en la dotación de equipamientos e infraestructuras y profundizar su integración en los mercados internacionales.