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Este artículo sostiene que los desafíos que enfrentan las democracias contemporáneas no están relacionados con formas (in)estables de gobierno o representación electoral sino con la incompatibilidad de la actual organización política occidental con los desafíos de la modernidad. Esto es así porque el pensamiento jurídico es a menudo rehén de la ausencia de una alternativa, transitando entre modelos hegemónicos de gobierno que han culminado en un formato de democracia de baja intensidad. Este artículo utiliza ejemplos de Brasil e Italia para conceptualizar formas de gobierno, y de otros países como Hungría y Estados Unidos para discutir cómo el retroceso democrático se ve respaldado por la incapacidad de los modelos occidentales de democracia para procesar las contradicciones y los desafíos en el momento histórico actual. La inclusión de nuevos elementos institucionales no hegemónicos puede potencialmente aumentar la resiliencia organizacional del Estado. Es necesario reconocer fallas institucionales y pensar en alternativas que permitan respuestas estatales a problemas colectivos fuera del patrón hegemónico. El pensamiento jurídico, por tanto, debe proponer nuevas perspectivas compatibles con las demandas y transformaciones que están experimentando los estados y sociedades democráticos.
This article argues that the challenges faced by contemporary democracies are not related to (in)stable forms of government or electoral representation but to the incompatibility of the current Western political organization with the challenges of modernity. This is so because legal thought is often a hostage to the absence of an alternative, transiting between hegemonic models of government that have culminated in a low-intensity format of democracy. This paper uses examples from Brazil and Italy to conceptualize forms of government, and other countries like Hungary and United States to discuss how democratic backsliding is supported by the inability of Western models of democracy to process contradictions and challenges in the current historical moment. The inclusion of new, non-hegemonic institutional elements may potentially increase the state’s organizational resilience. It is necessary to recognize institutional failures and think of alternatives that allow state responses to collective problems outside the hegemonic pattern. Legal thought, therefore, should propose new perspectives compatible with the demands and transformations that democratic states and societies are experiencing.
