Durante décadas, se ha repetido que Latinoamérica ha hecho del Derecho Internacional una de las principales herramientas para promover su lenta y compleja inserción en el mundo. Ante esta realidad, el arreglo judicial (pero también el arbitral) es el mecanismo predilecto en la región para resolver pacíficamente sus controversias. Lo anterior ha llevado a nuestros países a encontrarse, una y otra vez, en la Corte Internacional de Justicia.