En una empresa de 250 trabajadores, habría entre dos y hasta cinco personas con alguna variante leve de TEA. La mayoría de los adultos está sin diagnosticar, incluso los que han buscado ayuda psicológica. Sin embargo, el diagnóstico favorece la toma de conciencia, lo que reconforta bastante a la persona. El efecto tampoco es banal desde el lado de la comunidad ya que el ser humano desconfía de lo que no conoce, pero abraza la vulnerabilidad cuando el otro se la muestra.