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Indudablemente, una de las cuestiones que hacen a la ciencia como tal es el principio de replicabilidad y publicidad. Ello sugiere que los investigadores deben hacer públicos sus hallazgos (lo más público posible lo cual indica que llegue a toda la comunidad científica). El principio de replicabilidad hace referencia expresa a la idea de poder llegar a los mismos resultados que el investigador por medio de la utilización de su misma metodología. No obstante, existe un problema en la ciencia y sobre todo en la investigación científica del turismo que la academia no ha reparado; el mercado. Si los principios de la ciencia se encuentran asociados a la búsqueda de la verdad y la objetividad, el mercado como mediador simbólico se preocupa por la rentabilidad. Como ya he inferido en otros trabajos, un libro puede ser concebido como una fiel expresión de cómo trabaja el mercado. Su criterio de aceptación o rechazo por parte del editor no se encuentra en el contenido sino en su potencialidad para ser vendido (Korstanje, 2010a). Incluso excelentes trabajos pueden no estar acompañados por altos coeficientes de venta. Si partimos de la base, que la industria del libro es parte de los aparatos ideológicos, entonces tendemos a consumir temas impuestos por parte de un grupo minoritario y descartamos otros temas quizás de mayor importancia simplemente porque no están de moda.
