La expresión "nación de naciones" es completamente válida para el presente constitucional español, a pesar de las reticencias y suspicacias que la misma provoca. Para avalar esta presunción nos valemos de la idea de nación Baueriana, que nos ayuda a explicar la permanencia de una comunidad de carácter y las posibilidades de un nacionalismo solidario y progresista. Si solamente desde 1978 es posible presumir esta cuestión, ha sido debido a las deficiencias de una pálida historiografía de corte liberal, así como a ciertas interpretaciones historiográficas en el seno de la izquierda. En estas líneas no nos ocupamos de cómo este vació será llenado por el nacional catolicismo. Se finaliza apuntando una paradoja: la fe del 78 vendría a asentar el edificio donde -desde el preámbulo constitucional- desplegar el nacionalismo progresista y solidario con las otras nacionalidades; sin embargo, en la arena política ya están danzando proposiciones federalistas que cuestionan la forma de estado en que se contempla España como nación de naciones.