Durante los años transcurridos desde el final del franquismo se ha puesto en marcha y consolidado la democracia española. Sin embargo, existen problemas y dificultades en su funcionamiento. En primer lugar, los problemas que afectan a los fines de la democracia: la libertad y la igualdad. En segundo lugar, la capacidad de representación del régimen está dañada por ciertas prácticas políticas que debilitan la relevancia del parlamento. Y en tercer lugar, los problemas relativos a la articulación de los diversos intereses de la sociedad y las normas imprecisas que regulan a los grupos. En este contexto, la democracia española apunta hacia la reducción de los ámbitos del poder político, hacia la configuración del parlamento, fundamentalmente, como órgano de legitimación del estado y hacia una combinación de corporativismo con nuevas formas de participación política.