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La fundación del convento de carmelitas calzadas en Huesca en 1622 se debió al legado de Ana Santapáu, viuda de un maestro de la Universidad Sertoriana, que aportó para ello, además, sus casas. Este primer convento de la Encarnación cambió de sitio, gracias al respaldo del canónigo Jerónimo Ribera y a su legado, en 1633, momento en que pasó a denominarse de la Encarnación y de San Miguel y sus monjas empezaros a ser conocidas popularmente como miguelas.
El Ayuntamiento de Huesca tuvo un papel decisivo no solo como patrono en la primera fundación, sino también como apoyo en el traslado, en la escisión de las calzadas asuntas y en el devenir de la comunidad hasta el presente, incluidas la restauración de los años ochenta y la ceremonia del céntimo, que marca la integración plena del cenobio en la trama urbana, en donde cuenta con una calle dedicada, el llamado pasaje de las Miguelas.
A certain amount of money was left by Ana Santapáu in her last will in order to promote a monastery for Carmelite nuns in Huesca. In 1622 the monastery was ready for some nuns to live in, including the founder and a nephew of her. In 1633 the convent changed its place to another, near the old church of San Miguel, and from this moment on, those nuns were commonly known as miguelas.
The new nunnery was built thanks to Jerónimo Ribera, canon, and his legacy and support. The town council was a constant supporter for the first convent and the second one. Since 17th century to the present times, the city has gone on keeping watch over the monastery, taking part in the restoration of 1980-1982. Since then, every Saint Michael’s feast, a ceremony called del céntimo makes present this convent in the city, where there is a street called Pasaje de las Miguelas
