La idea de la Monarquía Universal española ha estado siempre sujeta a la tensión de dos tendencias: la de estructurar centralizadamente el Imperio y la del mantenimiento de las instituciones propias de los diferentes territorios. Dirigiendo su atención a los estados italianos bajo los Habsburgo, el autor destaca la importancia que la nobleza castellana tuvo en la gobernación de estos territorios, aportando un apéndice en el que enumera los grandes de España que recibieron el título de virreyes de Nápoles y Sicilia y gobernadores de Milán.