China es el mayor desafío económico de Europa. La aspiración de China por el dominio geopolítico, económico y tecnológico está tensionando gravemente sus relaciones con Europa, que se encuentran en una clara trayectoria descendente. Las posiciones se han endurecido por ambas partes, con China volviéndose económicamente hacia adentro y la Unión Europea etiquetando a China como un competidor total, con limitadas áreas para el compromiso. El enfoque de China es a largo plazo y estratégico, explotando las divisiones internas de la UE y la débil cooperación transatlántica con Estados Unidos. A China le gustaría tener acceso a tecnologías avanzadas con posibles aplicaciones militares, y ha adquirido puertos europeos y otras infraestructuras estratégicas. A través de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, se ha convertido en el mayor acreedor bilateral del mundo. En último término, China busca revisar la arquitectura económica internacional y “reescribir las reglas del juego”. La respuesta de Europa no ha estado bien coordinada, ha sido a corto plazo y fragmentaria, lo que refleja las divisiones internas en la Unión. Para responder eficazmente al desafío de China, Europa necesita superar los intereses nacionales, cooperar con sus aliados y actuar más estratégicamente.
China is Europe’s greatest economic challenge. China’s quest for geopolitical, economic and technological dominance is severely straining its relations with Europe, which are on a steep downward trajectory. Positions on both sides have hardened, with China turning economically inward and the European Union labelling China an all-out competitor with limited areas for engagement. China’s approach is long-term and strategic, exploiting the EU’s internal divisions and weak transatlantic cooperation with the United States. China has acquired European ports and other strategic infrastructure, and would like access to advanced technologies with potential military applications. Through the Belt and Road Initiative it has become the world’s largest bilateral financier. Ultimately, China seeks to reshape the international economic architecture and “rewrite the rules of the game”. Europe’s response has been poorly coordinated, short-term and piecemeal, reflecting the Union’s internal divisions. To respond effectively to China’s challenge, Europe needs to overcome national interests, cooperate with its allies and become more strategic.