Laurent Bonelli
Hace casi un siglo, la República francesa trataba de controlar las protestas populares en las calles privilegiando técnicas de evitación. Desde la década del 2000, el enfoque es más punitivo, pues se prioriza el arresto de los “alborotadores”. Una evolución que favorece los estallidos de violencia y plantea la cuestión del respeto por parte del Estado del derecho de manifestación.