Existe un desequilibrio bien conocido entre la formación académica de las mujeres y su presencia en el mundo empresarial como emprendedoras. En general, las mujeres emprendedoras consideran que tienen las suficientes habilidades para sacar adelante su propia empresa, pero suelen presentar carencias en el acceso al capital y el soporte financiero. En este sentido, es muy importante cultivar las relaciones que permiten el trabajo en red, que muchas veces no se cuidan porque se priorizan otro tipo de relaciones, como las familiares. Sin embargo, la pertenencia a las asociaciones de emprendeduría de mujeres permite interactuar y conocer las dificultades y oportunidades del sector o el territorio empresarial, aprender otras prácticas, estar al corriente de las novedades y fortalecer la red de clientes, proveedores, socios, etc. Se trata, por tanto, de una herramienta clave para que las mujeres empresarias se enriquezcan tanto en el ámbito personal como laboral y profesional.