La crisis mundial provocada por la pandemia del Covid-19 ha afectado mucho más a las mujeres y ha acrecentado, así, la brecha de género ya existente. En el caso de Túnez, como en muchos otros países, las mujeres son quienes sufren las mayores consecuencias de la precariedad laboral, pues además de contar con trabajos mal pagados y poco reconocidos, suelen hacerse cargo de tareas no remuneradas como el cuidado de las personas necesitadas (niños, mayores) y el trabajo doméstico. Los gobiernos, lejos de combatir esta situación con medidas efectivas, se apoyan en esas tareas no remuneradas para asegurar —y en muchos casos, remplazar— el servicio público, a la vez que limitar el gasto. Para salir de esta crisis, que no es solo sanitaria, sino también económica y social, es necesario que las mujeres accedan a los puestos de gestión y decisión para poder repensar el sistema actual y no volver a la normalidad anterior a la pandemia, que era demasiado injusta, desigual y patriarcal.