En Argelia, las mujeres se enfrentan cada día a múltiples violencias que, pese a los programas institucionales existentes contra las discriminaciones de género, vienen reforzadas por el marco legal. Se trata, pues, de una violencia institucionalizada y casi normalizada a la que las mujeres argelinas se enfrentan cada día, mostrando una capacidad de resiliencia, adaptación y solidaridad fuera de lo común. Tanto el Código de la familia como el Código sanitario o el Código penal presentan numerosas grietas que deben corregirse con respecto a los derechos de las mujeres, con el fin de que estas, después de sufrir dolorosas luchas internas, familiares y sociales, no tengan que emprender, entonces, la lucha contra las prácticas legales y legitimadas, tal y como ocurre hoy en día. Eso hace que muchas víctimas acaben por retirar su denuncia, ya que se consideran culpables de la violencia ejercida contra ellas. Pese a todas estas constricciones, cabe destacar el papel de las militantes y activistas del feminismo argelino, que no cejan en su empeño de luchar por la igualdad entre mujeres y hombres.