En la mayoría de conflictos, las mujeres son quienes sufren las consecuencias más devastadoras, sobre todo si son migrantes y jóvenes, como ha ocurrido con los últimos acontecimientos vividos en todo el mundo con la pandemia del Covid-19. En este contexto, que tan claramente ha demostrado la necesidad de un cambio social hacia la igualdad de género y la transición verde, los gobiernos han revelado una carencia más o menos flagrante de políticas capaces de enfrentarse a los nuevos retos y, en concreto, a ese techo de cristal que define las desigualdades entre hombres y mujeres, incluso en los países más desarrollados. La brecha de género es un reto para toda la región euromediterránea, por lo que es necesario establecer una serie de recomendaciones para trabajar por la inclusión y el empoderamiento de las mujeres. Así, hay que asegurar el acceso de estas a los ámbitos del liderazgo y la toma de decisiones, protegerlas contra la violencia y la vulnerabilidad y empoderarlas para que puedan contribuir a las transformaciones económicas que la región necesita.