Actualmente, las políticas gubernamentales y locales se enfrentan al reto de promover y crear mecanismos y espacios con perspectiva de género que permitan a la ciudadanía de origen diferente contribuir al diálogo social y el debate, así como a la toma de decisiones políticas. Sin embargo, la realidad de hoy en día es que las respuestas eficaces e idóneas a los retos de la diversidad, que a veces se necesitan con urgencia, no llegan, pese a las buenas intenciones de ciertos discursos políticos; y eso suele acabar dañando la imagen de la ciudadanía de origen diferente. Muchas de estas ciudadanas no se sienten identificadas con el activismo político más allá del ámbito de la inmigración, y las pocas que se atreven a participar en la política y la sociedad civil del país donde viven, se ven encasilladas por su origen cultural o religioso. Así, es necesario activar políticas ágiles que permitan la inclusión efectiva e igualitaria, empezando por la reforma de la ley de extranjería. Solo dejando a un lado el miedo podremos hacer frente al discurso totalitario y discriminatorio que avanza en Europa y en España.