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Luis Cacho Quesada
En los últimos años, en los que la economía de los principales países OCDE ha presentado un comportamiento mediocre, nos hemos acostumbrado a recibir un flujo constante de datos positivos sobre la evolución económica china. Lo cierto es que los milagros económicos absolutos no existen y que todo proceso de crecimiento económico, especialmente si se produce al ritmo del caso chino, no está exento de tensiones y sobresaltos. China, según los datos recientes, tampoco sería una excepción, pues presenta claros signos de recalentamiento debido a un proceso de inversión excesiva así como otro tipo de desajustes económicos de carácter estructural. Esto no invalida en absoluto la virtualidad del conjunto de la evolución económica y del sorprendente proceso de transformación económica y social que se está produciendo en este complejo país. Si acaso, introduce una llamada de atención y unas necesarias dosis de realismo en un momento en el que las expectativas y los pronósticos pecan de un exceso de optimismo. Subraya igualmente la necesidad de modificar el modelo de crecimiento hacia bases más sostenibles y lo impostergable de las necesarias y consiguientes reformas estructurales.
